¿Por qué reducir el consumo de refrescos?
Los refrescos están en el punto de mira. Y aunque su consumo aumenta en épocas de calor, cada vez más personas están al corriente de efectos perjudiciales.
Por todo ello, la SemFYC (Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria) acaba de pedir que se instaure un gravamen sobre el consumo de estas bebidas, tal como se hizo en Cataluña. Así, los médicos de familia creen que un impuesto del 20% sobre los refrescos conseguiría disminuir el peso corporal por individuo y año en un 4,7%, lo que equivale a unos 725 gramos anuales.
Uno de los grandes problemas de los refrescos es su gran cantidad de azúcar. Una sola lata puede contener 35 gramos de azúcar, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte de que la cantidad ideal no debería sobrepasar de 25 gramos diarios. ¿Sabías que, por ejemplo, una tónica puede contener hasta 28 gramos de azúcar? Sí, sí; casi igual que un refresco de naranja: el equivalente a 4 sobrecitos de azúcar.
Este exceso de azúcar y calorías aumenta las probabilidades de sobrepeso y obesidad, algo que en la población infantil es particularmente preocupante, pues actualmente un 14,9% de los niños ya son obesos en España.
La solución no son los refrescos light o sin azúcar, pues los edulcorantes que incorporan alteran la microbiota intestinal, favoreciendo el sobrecrecimiento de las bacterias más perjudiciales, además de alterar el mecanismo de saciedad.
Se sabe, además, que refrescos inducen a tomar más alimentos dulces y calóricos y a tener una clara preferencia por los productos con más azúcar en detrimento de los más saludables, descompensando así la dieta y generando problemas de salud a todas las edades.
La solución es tomar conciencia y empezar a sustituir según que bebidas y alimentos azucarados por otros más saludables.
Hay muchos estudios que han alertado de los peligros del consumo de refrescos. Se sabe que además de aumentar el riesgo de caries en niños, provocan una resistencia a la insulina, lo que conlleva hipertensión, exceso de grasa abdominal (que predispone a la diabetes y a los problemas de corazón) y valores elevados de colesterol y triglicéridos. Así, tomar una lata de refresco diario durante una década eleva las probabilidades de padecer diabetes tipo 2 en un 18%.
Por si fuera poco, los refrescos pueden condicionar la aparición de osteoporosis, debido a los aditivos que llevan. Entre otros, el ácido fosfórico, que compite con el calcio, dificultando su asimilación.
También se ha visto una relación entre cáncer y bebidas azucaradas, en concreto con respecto al cáncer de páncreas.
Por todo ello, tanto el Fondo Mundial de la Investigación contra el Cáncer como la prestigiosa Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard se han mostrado públicamente en contra de los refrescos, desaconsejando el consumo de estas bebidas.