¿Dormir con el móvil cerca es malo?
Cada noche, millones de personas llevamos nuestro dispositivo móvil a la cama para revisar las redes sociales, estudiar, comprar o buscar actividades para organizar los días de vacaciones. Después, dejamos el dispositivo en la mesilla y nos disponemos a dormir hasta que suene el despertador. Pero, ¿sabes si realmente es bueno dormir con tu móvil al lado?
Nada raro a estas alturas de la vida digital, pero existe un porcentaje indeterminado todavía que cada vez duerme peor. Les cuesta conciliar el sueño y cuando lo hacen, tampoco consiguen dormir de un tirón. Se despiertan varias veces y, al no haber descansado bien, por la mañana se sienten cansados y van todo el día arrastrando somnolencia, fatiga y algún que otro dolor de cabeza. “Los nervios”, “el estrés”… son las explicaciones habituales, pero casi nadie atina en que uno de los culpables puede ser el dispositivo móvil.
Más concretamente, el culpable es la “luz azul” que ilumina las pantallas de este tipo de dispositivos. Esa luz desconcierta a nuestro cerebro y altera los ritmos naturales del sueño.
Pero eso no es todo. Según un informe de la Agencia Nacional Francesa de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, el Medio Ambiente y el Trabajo, las fuentes de luz azul aceleran el envejecimiento de la retina, lo que contribuye a una disminución de la agudeza visual y a enfermedades oculares como la degeneración macular. Por ello, puede ser perjudicial utilizar dispositivos con pantallas retroiluminadas durante tanto tiempo.
Por otra parte, la Organización Mundial de la Salud sigue alertando de que el campo radioeléctrico de los teléfonos móviles podría afectar la función cognitiva, el sueño, el ritmo cardíaco e incluso generar ansiedad y estrés.
Es importante recalcar que estos problemas son más peligrosos en los niños, ya que todas sus estructuras orgánicas están en formación y resultan mucho más vulnerables.
Conclusión, es mejor no acostarse ni dormir con el móvil. Lo óptimo es ponerlo en modo noche, desconéctalo de Internet y alejarlo, al menos, 2 metros de donde estamos. Y si puede quedarse en otro dormitorio, mejor. Tal vez sea el momento de recuperar el hábito que muchos abandonaron hace tiempo y que consiste en conciliar el sueño con un buen libro entre las manos.